jueves, 20 de diciembre de 2007

Se fue un hombre bueno... Carrasco




En noches lúgubres mientras el sol duerme en su guarida, salen a faenar los instintos primitivos, aquellos que afloran del espectro humano;
acá en nuestras tierras se recogen flores nocturnas que vagan errantes y marchitas por todo tipo de senderos, los noctámbulos buscan referencias con que apagar su sed de aventureros, las serpientes y alimañas golpean a su paso el fruto dulce de los niños.
Y reviven las apariencias mientras la noche mantiene su presencia, las pasiones avivan fuegos eternos y condenan a las mentiras copiosas a trabajos forzados de purgatorio, a vueltas de tuerca incomprendidas;
Se regodean los cuervos encontrando recompensa a su paso, allá en cualquier país como en los tiempos del abismo, se mantiene la parte menos vista, la menos pulcra y manifiesta, la de zapatos roídos y cáscaras vacías, acá y allá la sombra esconde tanta
soledad infinita que nadie la nombra...¿ acaso alguien la busca? ¿ acaso alguien la esperará algún día? todos nacimos de la noche y por eso debemos comprenderla aunque a veces la queramos dejar aislada en nuestras raíces, callada y bien dormida.
Con la muerte recordamos lo insustancial que es la existencia. Requiem por un hombre bueno, menudo más por fuera que por dentro, satírico y de izquierdas, muy de izquierdas. Cada vez que su boca renovaba aire nuevo, miles de mariposas coloreaban el ambiente.
Va por ti Carrasco, abuelo de mis primos. ¿ A qué sabe esa puerta?

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Estraperlo y corazones malditos


Y en esas que ella no paraba de bailar. El combinado de ron con limon alimentaba el engranaje de sus caderas y sus manos, pálidas de tanto desvaneo suspiraban por descansar en cualquier hombro profano. La música asfixiaba sus caderas, la tibieza de sus gotas de sudor le brindaban pleitesía con Tony Manero en el espejo. Ella es así o la odias con toda la suerte del mundo o la veneras, de la misma manera que ella lo hace con Lauren Bacall. Vestido tendido con una manto de perlas reflexivas, cintura ajustada a las mentes que por allí regodeaban, pestañas afiladas, y con su mirada, tierna pero bandida. Ella entra al club, por la misma puerta que tu y que yo, recuerda a Audrey por la manera de fumar. Es un cocktail perfecto: lujuria, delicadeza, hidalguía presa, y con flashes glam de la Belle Epoque. Los contornos,los suyos, en los que más de uno ha suicidado su suerte. Sus pasos visten las ilusiones de muchos, de pobres vagabundos del deseo, que inevitablemente, navegan rendidos a las pieles de la percepción embriagadora que recrea ese aura maldita, ese tenue y tierno espacio en el que, quizá, llegues a sumergirte,siempre y cuando, tenses el delgado hilillo que delimita deseo y tentación.

Revienta tu vista, reluce tu iris intrépido más allá del polvo de tu lampara, y cuenta en las almas perdidas que andan perdidas, solas en medio de tanta gente, anestesiado en la barra de cualquier bar, despojando margaritas en ese tallo floripondio, de aquella mujer que se atusa el pelo tras la botella de Jack Daniel´s. El reflejo de la etiqueta lo delata; roto por dentro, y más si analizas el humo de sus viejos Luckys, nada, siempre hoy no es todavía, ya sabemos dónde y cómo acabará. ¿Y ella? Solo tu sabes la respuesta...

Empecé sin fijar una frase clave, un mensaje oculto, una broma enmascarada. Sin más que una oda maldita para corazones partidos en muchas mitades, ensimismados de deseo, y horneados con la dulce esencia de la próxima huída. Sin atajos, compañero, un mundo por descubrir.

lunes, 3 de diciembre de 2007

...


Una greguería de Gómez de la Serna afirma: “El viaje más barato es el del dedo sobre el mapa”. Y el "hardest past" de Coldplay inunda este teclado. 3.47 de un misterioso martes que deambulea nada más nacer. Madrid anda jodidamente bella por estas fechas, y no por sus contaminantes luces navideñas, sino por los corazones que viven prendidos a la espera de la vuelta a casa. Víspera de puente. Diego regresará a su castellanizada León, Pepe desnudará la brisa almeriense cerca de Cieza. Algunos marcharán para Suecia, en busca del reno mayor. Que conste que otros lo intentamos con nevado éxito. No sabemos qué hacer. Si bajar, subir, pasar de largo. Hoy cambiamos de tonalidad, más suburbiales quizá. La ocasión lo requiere. Estas en manos de uno que no sabe qué escribir pero que las circunstancias universales de la noche, lo conducen ( en vía obligatoria) a una ventana blanca para condescenderla con un buen puñado de letras. Esto termina aquí. Piensen lo que quieran.
Y es que resulta que ahora sí sé qué escribir. Voy a llamarte de inmediato...

Oropeles.


No pretendo oropeles
en esta vida sesgada,
maltratada por el humo
en su lecho ensimismada.
Mis huestes desaparecieron
como pleamar en orilla,
como rocío al mediodía
más allá de las mentiras.
No quiero habitaciones de espejos
que deslumbren al mundo,
ni sillas amoldadas
para mi cuerpo moribundo.
Los fastos que ansié
se volvieron contrahechos,
increpando mi suerte,
perpetrando mi pecho.

Y apareciste entre la luz,
de par en par las ventanas,
de par en par los balcones,
silueta mágica regando flores.
Amor sutil son tus dedos
y tus manos y tu vientre y tu pelo.
Amor sutil que renuevas cada día
olvidando de donde vengo.

( ya sabes para quien iba... Quiero ver la ranita del astronauta)

¿se van las palabras o nosotros mismos?



Las palabras se atropellaron cuando quiso decirlo todo. Unas golpearon a otras que no resistieron y resbalaron, y la última en pie desesperada luchó con todas fuerzas pero cayó con la boca de cara al piso, y muda y muerta lo echó todo a perder.

Midiendo el resultado de la catástrofe, nos encontramos ahora frente a un sinnúmero de palabras pidiendo ayuda a gritos, esparcidas en el suelo, mezcladas todas y sin ningún sentido. Nos encontramos allí en medio del ruido ensordecedor de una alarma que nos sacude y al mismo tiempo nos paraliza diciéndonos Esto no puede estar pasando.

Traicioneras palabras que no acudieron al auxilio y aún más traicioneras si recordamos por cuanto tiempo las conservó y las protegió. De nada había servido tanto tiempo de dedicación pensó en ese momento cuando la dejaron sola y muda. Y en esto sí tenía razón. La venganza de las palabras podríamos llamarlo y condenarlas a homicidio en primer grado pero los peritos nos advierten de algo así como negligencia.

Avanzada la investigación se rumorea que el caos podría haber sido motivado por la falta de experiencia y entonces los dedos giran y apuntan ahora a nuestra sospechosa acusada de secuestro y privación de la libertad.

Afirman que palabras en cautiverio vieron por fin la salida y como quien duda de la cosa se miraron, amagaron y cuando por fin se largaron la euforia fue tal que cegadas y carentes de experiencia no advirtieron que la puerta de salida no había sido construida para tal maratón de tanta palabra presa durante años.

Vanos los simulacros de evacuación para quién hubiera intentado prevenir esta masacre ya que al tiempo se confirmó que el espacio no estaba habitado para almacenar tanto sin decir y aún menos acondicionado el momento, para dejarlo salir.

Resulta un caos cuando irónicamente uno quiere desatarse justo cuando sabe que ya nada nos ata. Es caótico intentar decirlo todo y no saber por dónde empezar. Es desesperante luchar contra el tiempo y ver que en cada intento éste se nos aleja más. Es humillante aferrarse de alguien justo cuando ya se va. Es imperdonable finalmente saber qué decir y murmurarlo a solas en el momento en que ya no lo pudo escuchar.