miércoles, 11 de mayo de 2011

Noche de noctiluca















El antro de siempre. La hora de entonces. La lluvia de aquel día. Una ciudad desconocida desplegaba los aires difíciles de unos meses despistados, y estiraba la noche pendiente de un pies descalzos que no paraban de bailar. Los relojes ya no sirven para nada. Puede que fuera viernes, sábado o un diá de la semana que acababa de aprender. Quizá tenga la culpa la maestra del parvulario, nunca nos habló de la huella peligrosa de los sueños. Las escaleras desvelarían el secreto, al fondo el salón de los espejos. Las mismas caras, la barra del bar, estúpida y triste. Mi segunda ginebra reconoció que algo pasaría. Allí se daban rostros imposibles, verdades a medias, se imaginaban los primeros besos. Ella no aparecía, y yo no sabía que la esperaba.
La noche seguía con sus curvas, y la música seguía siendo la de entonces, tediosa entre sus dunas. Unas piernas se asoman a la pista, despistadas con corte de servicio a sus espaldas, dos mujeres a sueldo estiraban su pelo. Un oasis delicado con palmerita. Te ví y me perdí .Necesitaba esa isla desierta. Hablaríamos de lo de siempre, esta vez sin ropa aunque aquella camisa te quedara tan bien. La noche crecía como la flor subterránea del deseo. Atrás quedaron soledades inútiles, y lágrimas que no desembocaban en mar abierto. Tantas letras que juntábamos sin querer. Cuántas horas de sueño robadas al borde de tu boca. Las lista de canciones perdidas que aprendía cada mañnan entre olas prohibidas con playas inventadas donde la arena no era lo que importaba. Noctiluca es una especie de ameba que da luz y en el Cono Sur cuando los días se acaban y se iluminan de esta manera, las gentes sueñan, y hablan de noches de noctiluca.

Unos temblores que supimos reconocer a tiempo y tu ropa cambiaba de lugar. El sismógrafo de la madrugrada de nuevo averiado. Pregúntale a tus tacones, quizá tengan la receta precisa. Sólo entiendo tus manos como espadas, y tu cama como un ring de boxeo. Dónde tu te pierdas que me encuentren a mí. No hay final mejor que aquel que no acaba, sigo sumergido en aquel beso.

3 comentarios:

nesemu@telefonica.net dijo...

Bien, hay buenos elementos, buenas imágenes, sentimientos. Sigue así, hasta que se desprenda por sí solo el trigo

Joaquín Gómez Carrillo dijo...

Estimado Antonio David, no vayas a pensar que borré tu comentario en mi penúltima entrada de "El Pico de la Atalaya", es más, te respondí a él. Pero no sé que ha pasado en Blogger, que me han borrado todas las modificaciones de cuatro o cinco días atrás.
Es por eso que te vuelvo a responder aquí, y ya sabes que sigo lo que escribes, por eso tengo el tuyo en mi listado de "Blogs amigos".
Saludos.

Anónimo dijo...

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