jueves, 24 de septiembre de 2009

.

Desintegro el crucigrama que da vida a tus dudas,
lo desabrocho y me lo echo a la boca.
Lento para que no confundas mis manos, por robarte esta última sonrisa.
Llamadas telefónicas que bombardean el norte de mis noches
que siembran situaciones con cerveza o que acercan ciudades.
Tristezas encontradas que jamás se repetirán, porque… cuando nuestros ojos
bailen, todo quedará yermo, mudo con la necesidad de reinventarte.
Ya sabes, Neruda decía que la aventura pendía de un hilo,
pero tus ojos son, sigilosamente, cada vez más míos
y eso ni tu ni Neruda todavía logran entenderlo, saberlo o quizá superarlo…