lunes, 26 de mayo de 2008

Construye tu propia historia















Una vez, una persona de cierta edad, que había venido desempeñándose durante un tiempo en varias actividades, tuvo que suspenderlas, a causa de ciertos factores que se presentaron y empezaron a dificultárselas de modo tal que el esfuerzo de mantenerlas implicaba un gasto de energías que ella prefería guardar para acometer otro tipo de emprendimientos.
De pronto, se produjo una situación que la involucró. Ella trató de desembarazarse pero fue peor, porque se enredó más. Entonces, manteniendo toda la serenidad de que pudo hacer acopio, analizó todos los componentes del asunto, en busca de algún punto débil que le permitiera hallar una salida.
Cuando llegó a una determinación, no obró enseguida, porque tuvo la precaución de querer repasar uno a uno los detalles de su plan, para rastrear toda posible falla o consecuencia inesperada que pudiera no haber considerado en su análisis. Finalmente, se convenció de que su proceder era el más indicado y entró en acción. Ni bien lo hizo generó una reacción de otros de los involucrados en el caso, pero ella había calculado tal reacción y dijo lo que había pensado decir si pasaba lo que pasó. Esto fue una verdadera sorpresa para los demás, y uno de ellos respondió con una frase que jamás había imaginado que podría salir de su boca alguna vez, ni en ese tipo de circunstancias ni en ninguna otra. Los demás no respaldaron ese dicho, ni de palabra ni de hecho, aunque tampoco se comportaron de una manera que pudiera interpretarse como manifestación de disconformidad en relación a esas palabras o a sus implicaciones.
De haber sido otro el momento, es posible que la persona a quien iban dirigidas las palabras hubiera replicado. Pero algo ocurrió que modificó el cuadro de modo que el tema ya no importaba.
Lo importante era lo que acababa de surgir, y eso reclamaba toda su atención. El dedicar una sola palabra a describir qué hicieron los demás sería traicionar o negar la abstracción que sufrió aquella persona con respecto a toso lo que no se emparentaba con el nuevo elemento que irrumpía en su vida.
Pero esto después cambió. Se suscitaron cosas que habrían de modificar sustancialmente el mapa político de la situación.
La principal de ellas fue que quienes habrían avalado la conducta que hasta aquí hemos venido describiendo paso a paso, estaban lejos o no tenían la disposición que otras veces habían mostrado para jugar un papel que incidiera en el desarrollo de los acontecimientos. Y sin renunciar a los principios rectores de las argumentaciones que tejía para justificar su comportamiento, la persona de la que venimos hablando, y que iba llevando el hilo de esta historia, lo soltó, rigiéndose en adelante por procedimientos inalámbricos que nos dejan afuera y nos inhabilitan para dar cuenta de los hechos desencadenados a partir de aquéllos sobre los que con profusión de detalles tuvimos la posibilidad de informar.

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