sábado, 19 de enero de 2008

El abrazo de las farolas


Andaba saboreando una onza de chocolate, de ese negro que tanto nos gusta, el que compartimos frente a una chimenea encendida. Y mientras se fundía en mi boca, no he podido evitarlo: su sabor, su aroma me han transportado a aquel pueblo situado a espaldas del gran pico nevado, a esos días de febrero repletos de intimidad, niebla densa y música, perdidos del mundo en una casita en mitad de la sierra, con bosques de pinos y el mar al fondo. Y aspiro… y parece que te estoy oliendo a ti, que vuelvo a estremecerme con tu cálido abrazo, con la ternura de tus caricias al anochecer. Cierro los ojos, y en mi recuerdo sigues en la penumbra de aquel salón, con jazz de fondo, azuzando la lumbre para que no se apague, alimentando mi deseo para que no se extinga (como si éste pudiera quedar reducido a cenizas alguna vez..) Y en estos momentos no se me ocurre más que compararte con un cremoso café, con una tardía mañana de domingo entre las sábanas; eres como este chocolate, dulce, aromático, intenso, penetrante.., con esa pizquita de amargo que despierta mis ganas de ti.

Las baladas de Coltrane me hacen rescatar tus ojos de la maltrecha gaveta de mi memoria, su color encendido de arcilla mojada. Y nos vuelvo a ver, frente a frente, parados en la calle en mitad de una noche lluviosa, mirándonos intensamente y en silencio durante ese minuto en que mi pulso dejó de ser. Si te hubiera besado hubiese sido memorable, lo sé, pero no quería interrumpir la conversación silenciosa en la que me regalaste el Universo con tu mirada. Tú, yo y una lluvia fina que hacía resplandecer en los charcos el reflejo de las farolas. ¿Podía pedir algo más? Creo que no. Me hubiera quedado toda la vida allí, mirándote, si no fuera porque una voz nos sacó de aquel instante mágico en el que todo nuestro alrededor se esfumó. Porque no existía nada más que tus ojos, plagados de interrogantes, mirándome de aquella manera. Y tú, que sigues creyendo que no tienes nada que poder ofrecerme..

Creo que ya me cansé de jugar a no quererte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He podido sentir con tus palabras las sensaciones de ese momento, viaje rapidamente alli
Enhorabuena por tener este don.


Manuela.