lunes, 28 de enero de 2008

Un, dos, tres..


Durante ese minuto, en las peluquerías se desrizaron rizos de mujeres a las que ya no mira ningún hombre, se empañaron cristales de habitaciones compartidas, una bicicleta se saltó un semáforo y un niño colgó su balón en el balcón de aquel señor que nunca sale y vive asomado a la ventana y no recuerda el nombre de sus hijos. Durante ese minuto una adolescente suspiraba por su vecino, mientras él agitaba entre sus piernas el cabello de una cajera del Ikea. Un hombre aterrizaba en un aeropuerto donde nadie le esperaba, los mercados coleccionaban tandas y escamas de pescado por el suelo, se removía un café con unos ojos clavados, lágrimas de Soberano, y una cerradura cambiaba de llave y un buzón recuperaba su apellido de soltero. Durante ese minuto se marcaron goles, se arañaron encías con la corteza del pan de un bocadillo, se descontracturaba un corazón anémico de credos y de huídas. Durante ese minuto a la estatua del jardín botánico le crecieron alas en los brazos y patines en línea en los pies, se escapó de la custodia de setos y estertores, se lanzó calle abajo en busca de un puñado de agua con sal donde apagar sus llamas. El metro llegó puntual a la estación, llovió un poco en Calafell y las tumbonas de una playa aceptaban su condena de encierro en un garaje. Y durante ese minuto en mis manos se clavaron alfileres, tecla a tecla, pajar de canas en mi barba de tres días.


Durante ese minuto, una teta se liberaba de la custodia de un sostén, caricias de portal y despedida, mientras unos ojos entreabiertos delimitaban el contorno de otro cuerpo. Una sirena naranja-urgente anunciaba charcos y serrines y cucharas y containeres, unidad de guardia de noche a destiempo, madre desmayada, padre aliviado. Durante ese minuto, una esposa escondió la tarjeta del último ramo de flores, horas extras en la fábrica y en las ganas de olvidarte y una dorada en el horno, que hoy cumplo los cuarenta. Un taxi recogió en el hotel un maletín untado en mermelada, desayuno continental con vistas a una isla, me cago en la hora menos y en el Teide, despecho de mujer, remordimientos. Durante ese minuto un gato murió atropellado, se pintó una zona azul en sus caderas, crecieron gramíneas entre mis dedos y un camello se olvidó de cortar esa dosis, ajuste de cuentas a cambio de un reloj bañado en oro. En la cola del cine, una pareja se dejaba devorar por el silencio, palomitas como excusa, mesa guardada en el restaurante de las buenas vistas, más silencio. Durante ese minuto una piel se recontaba las estrías, pasados mejores, mientras un kleenex se manchaba en un peep show, si estuvieras aquí me ahorraría treinta euros, y además te querría. Una orquesta ensayaba en un sótano, se depilaban ingles y recuerdos, y un monedero de piel de H&M cambiaba de dueño contra la ventana de un autobús 56, vaho en los cristales, su nombre escrito con la punta de los dedos. Y durante ese minuto en mis retinas se vertían unas fotos, me duele tanto porque sigo vivo, y si no vienes tú voy yo a buscarte.


Durante ese minuto, un desconchón en la pared arrojaba el silencio sobre la cama, remera olvidada en el cajón, billete de vuelta. Un vaivén de vientres empañaba la ventana medio abierta de un Skoda, cobijo bajo un árbol detrás del castillo, mataratas en la lengua. Durante ese minuto, la espalda de una camiseta se empapaba de hierba, osa mayor en las retinas, mientras el sueño perdía el norte en un motel a las afueras, ¿dónde demonios estarán las pastillas?. Durante ese minuto, la taquillera del Circo Raluy se dejaba magrear por el trapecista, amor sin red y cuerda floja, te juro que es la primera vez que me pasa, acento italiano. Una acera recibía el impacto de un motorista sin casco, tirón de bolso, 1'2 de tasa en sangre, mientras el respaldo de un banco de la rambla se calmaba los nervios con litronas, palmas por La Chunga, sábado en las venas. Durante ese minuto se quemaron unas fotos, hoguera de piel y nombres falsos, camino de sudor arrepentido. En el reservado de un restaurante, un anillo invitaba al adulterio a una mujer con sobredosis de hiel en los labios, fútbol en la tele, noche en blanco si me prometes un beso de buenos días después de correrte. Durante ese minuto se deshizo un flan entre sus dientes, nata y sirope cura-desengaños, los reyes son los padres, tienes 12 y ya va siendo hora, mientras el minutero del reloj del campanario olvidaba que se puede volar con un paraguas abierto. Y durante ese minuto, en las palmas de mis pies crecieron dólmenes, margarita deshojada, movistar enmudecido, luces fuera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hola watson, que tal por los madriles? a ver cuando retomamos la revolucion empedrosa en cieza que estamos mucho tiempo ya aburguesados jajaja se echa de menos desde mi trinchera murciana tus ostiazos en la barra en medio de una reunion :D

me declaro lector asiduo de tus nicks xDDD tu blog lo explotaré algun dia, en el buen sentido, no soy terrorista

PD: salgo en una foto ahi abajo que wai! XD

Miguel A. Ortega Lucas dijo...

Sí señor. Todo eso y mucho más puede pasar en un minuto. Incluido el viraje de la vida a la muerte y viceversa. Gracias por el apoyo, crak. Salú y República :)

Anónimo dijo...

-"tengo la nebulosa del libro, ahora viene.... la fase de aclarado y abrillantado". Solo tu eres capaz de decir eso en lugar de decir simplemente que te queda todavía la vida por estudiarte o que no te sabes un capullo! jaja y es por eso por lo que me gusta hablar contigo porque nunca sé por donde me puedes salir a través de tus vocablos.
No tengas miedo por el viernes que tus esquemas mentales son infalibles y recuerda siempre lo que dice Faustina... :)
Y ahora a estudiar sin dejar de pensar en lo que viene después.
Suerte y gracias POR TODO!! (por todo es por todo e?).
Sigue así de feliz y recuerda siempre las palabras prohibidas jjejej. Hasta pronto.

Anónimo dijo...

El tiempo dura lo que dura el tiempo.
Espero que te vaya bien con los exámenes.
Saludos!